miércoles, 6 de mayo de 2009

PESCA DEL BONITO




El bonito que pescamos en el Cantábrico, no es el pez que se conoce por “bonito” en otros lugares o sea, la especie Sarda sarda, sino Thunnus alalunga (atún de largas aletas), también llamado atún blanco, claro o albacora. Este túnido presenta como principal rasgo diferencial la longitud de sus aletas pectorales, que llegan a sobrepasar la aleta anal.
Magníficos nadadores por necesidad, ya que su densa masa muscular, y una vejiga natatoria descompensadamente pequeña, los llevaría al fondo de no moverse continuamente, cortan las aguas con velocidades próximas a los ochenta kilómetros hora. Les ayudan la picuda cabeza, la siempre abierta boca reponiendo oxígeno, el cuerpo fusiforme, la dura piel cubierta de escamas pequeñas y poco visibles, y la bruñida grasa lubricante.
Estamos hablando, por supuesto, de la captura de túnidos mediante la técnica conocida como cacea o curricán, que es la más tradicional y deportiva.

El bonito se acerca en verano a las costas del Golfo de Vizcaya y muchas embarcaciones, deportivas o profesionales, salen a su encuentro. Los profesionales los pescan con cebo vivo, regando la mar para simular un bálamo de pececillos saltando desesperados en superficie. Pero los pescadores deportivos utilizan señuelos artificiales de colores, que serán los encargados de incitar al pez a picar.

Secuencia de una captura : Vamos caceando con las cañas y sus aparejos preparados, los carretes “tarados“ a unos 15 Kg. De repente un carrete empieza a sonar: picada - aviso al patrón para que aguante un poco la velocidad de la embarcación y a los compañeros para ver si hay más picadas y se enganchen bien en los anzuelos dobles de los aparejos. Disminuir la velocidad y recoger los aparejos de las otras cañas, si no hay más picadas u ordenar la recogida del resto de picadas, empezando por los aparejos más cortos, a los más largos y retirando o acomodando alguna caña si fuera necesario-. Se trabajará la recogida o captura no a mano, sino con la propia caña, ya que el carrete está diseñado para tal fin (y son caros), además trabajar la captura, largando y recuperando, según la necesidad, hacen que la captura pueda durar un buen rato. Es, semejante a la pesca del salmón.
Toda la línea deberá entrar en el carrete, así no se enredará la línea en la bañera. Cuando el bonito pueda ser recogido sin esfuerzos y alcance la altura de la amura de la embarcación, el encargado de echarle el caco se situará más a popa que el pescador y realizará la operación de “trincar” al bonito y embarcarlo, para lo cual debe tener espacio suficiente para que tal maniobra no sea peligrosa para los demás tripulantes y segura para la recogida de la pieza. y ya la pieza cobrada tras haber sido “trabajada” con la caña y el carrete, cediendo o cobrando según la necesidad. Estos son los momentos de lucha con el pez, que pueden durar un buen tiempo de disfrute.
Es muy importante el método de recogida de piezas. No recoger otra pieza hasta haber terminado la recogida y guardado de la anterior. Es decir de una en una.

¿Cualquier embarcación sirve?. Bueno, en principio sí. Lo que ocurre es que los bálamos de bonitos no acostumbran pegarse mucho a tierra, por lo que necesitaremos embarcaciones con las que poder internarnos unas cuantas millas en mar abierto.
Recordemos que todos los túnidos son peces pelágicos acostumbrados a vagar por las grandes masas oceánicas y que, aunque suelan encontrarse cerca de las capas superficiales, nunca estarán cómodos en aguas de poco calado.
Por tanto, en el Cantábrico, durante el verano, los podremos encontrar al límite del talud de la plataforma continental, es decir a partir de unas doce o quince millas de tierra en adelante, para alcanzar los cien metros de profundidad con la sonda.
Lo normal, en una embarcación aparejada para esta pesca es desplegar un mínimo de cuatro cañas, dos por banda, más abiertas y otras dos por popa, a mayor profundidad. Pero el número de cañas dependerá de las características del barco y de las habilidades de sus tripulantes y si se quiere poner botavaras para enganchar más aparejos.
Si logramos dar con un bálamo de bonitos o de cualquier otro túnido, las picadas pueden ser constantes, ya que el bonito es un feroz predador que se alimenta con voracidad de peces pelágicos a los que atacan en grupo y tener todas las cañas combadas en cuestión de segundos. Es entonces cuando se acumula el trabajo abordo y se pone a prueba la destreza de los tripulantes, que tendrán que luchar a brazo partido con estos combatientes natos.

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